sábado, septiembre 17, 2011

635. La última vez que vi Lisboa (III): Superbock, osos y áreas infinitas



 

Viernes morning. Después de ver que el Parlamento de día tenía el mismo buen aspecto nos lanzamos a la calle como las locas, buscando un supermercado que no pillara lejos para poder comprar las cosas para los desayunos y las cenas; que ya que teníamos cocina, íbamos a intentar no gastar mucho (la crisis, ya tú sabeh) y no saltarme demasiado el régimen (cosa difícil por cómo se come en este país.) En ese momento, todavía no sabía que ni probaría la picanha, ni biffés ni ninguna de las variedades de bacalhau.

Andando que te anda, acabamos desayunando en una confitería, donde me tomé el mejor café en meses que había probado; y de allí al Chiado, la Baixa y el Rossío, hasta hacer una parada (casi a punta de pistola, ya sabéis cómo soy) en el Starbuck's de la estación del Rossío.

 

Al ver que sí, que ginjinha y pasteis los que tú quisieras, pero algo súper como que no nos encontramos, nos liamos la manta a la cabeza y nos fuimos al Colombo, el centro comercial más grande de Europa. O lo era en su momento. Y todo para poder ir aquí:



Área Infinita, una tienda donde lo mismo te venden unos trapos de cocina, que la butaca de los Eames (3.000 € de nada con el reposapiés) o la chaise longue de Mies Van Der Rohe.

Siesta en casa. Cena de lo que habíamos comprado... Que casi tenemos que comernos a temperatura ambiente la sopa, porque los fuegos de la cocina no hubo manera de encenderlos y el microondas casi nos gana el pulso... Y todavía quedarían más sorpresas para el día siguiente... Era ya una señal de que ese piso no nos quería, o que la niña muerta que daba vueltas por las habitaciones no podía dormir por nuestros ronquidos.

Quedamos por la noche para salir con R por el Bairro Alto, y hacer la consabida ruta de bares de osos. Que hasta hace poco, en este país no había gays por esa zona (te metías en el gaydar y todos eran bisexuales pasivos), pero desde que se aprobó la ley de matrimonio, ya se ven a hombres agarrados de la mano por las calles.

Estuvimos en el TR3S y en el Wooflx, dos refugios de pelo y lorzerío que no estaban nada mal, y que me reafirmó que al final en todos los sitios hay el mismo ambiente. Aquí más 2.0 que en Murcia, pero si vas a un bar de lánguidas, hay lánguidas que son intercambiables las unas por las del bar de tu ciudad. Y en el mundo osuno, igual. Eso sí, había cada maromazo...

Hicimos parada en el Finalmente a ver el espectáculo de transformismo... ¡Con canciones de Soraya y el "Cuando tú vas" de Chenoa! Eso sí que es globalización... Y acabamos en Trumps, una discoteca donde subimos la media de edad. Había dos salas y si en una estaba llena de gente de 25-30 si llegaba, en la de al lado no creo que hubiese nadie mayor de 22. 

Y a casa que el gintonic con colonia de bebí me sentó como un tiro.


[Canción recomendada: Soraya "Caminaré" ]

4 comentarios:

Sufur dijo...

Lo de los bisexuales pasivos lo vi mucho también en Italia. Lo que me reía. Pero en la Berluscracia siguen igual. ¡Me alegro de que nuestros vecinos hayan mejorado en ese aspecto!

El escriba dijo...

No sabía que la música de petardas españolas tuviera tanto éxito en la nariz de la península...

pixie dijo...

El Sr. Dixie y yo estuvimos hace años y no encontramos ningún bar, tampoco saliamos de noche. Nuestros viajes siempre son caminatas de día y caer agotados al llegar la noche. Tenemos que hacer algún viaje juntos para que nos ayudeis a equilibrar un poco la balanza cultura/marcha nocturna.

Sr_Skyzos dijo...

*Sufur: Es que era la caña. Salías de fiesta y nada más que veías manfloritas, pero luego en las redes sociales gayers, nada. Todos bisexuales pasivos. Vamos, con novia y que les gustaba que les borraran el cerito.

*El Escriba: Imagínese cómo me quedé yo cuando abren el show con "Caminaré" de Soraya y continúan con la de Chenoa. Como las locas.

*Pixie: Si le digo la verdad, no pensaba que fuéramos a salir tanto; nada más allá de una copa en el Bairro Alto, pero esta vez fue al revés. Yo también soy de los que prefiere hacer de turista que pasar el día entero de resaca, pero en el medio está la virtud.