Cuando uno está enamorado, los defectos de su pareja los termina viendo como virtudes. Ese grano en la cara termina siendo igual de sexy que el lunar de la Crawford, el ruido que hace al respirar suena como música celestial… Con Lisboa pasa lo mismo. Es una ciudad antigua, vieja, algo ajada, con desconchones, humedades y grafittis; pero enamora. La hace real. No es un parque temático ni un decorado de televisión. Tiene defectos como todos.
El problema está en cuando esa novia de la que estás enamorada se vuelve caprichosa y no atiende a razones. Temes lo peor, y al final se confirman tus sospechas: te ha puesto los cuernos. Para terminar diciéndote a ti mismo que nunca te prometió fidelidad, que quien construyó el castillo imaginario fuiste tú y no ella...
Este viaje a la capital lusa será de los inolvidables. Pero de los malos. Íbamos con una serie de expectativas que no se han cubierto ni la mitad. Ir a Cacilhas, comer biffé a mostarda en el “Bar Tejo”, cenar en el nepalés, recorrer la Praça do Comércio, una picanha en Alfama… Todo en contra. Al final va a tener razón Sabina y sus “Peces de ciudad”, con lo de no volver al lugar donde se ha sido feliz.
Sería injusto decir que ha sido un viaje totalmente negativo. El volver a ver a los antiguos compañeros de Shepperdsen, a dos amigos más del Facebook y el darme cuenta de que entiendo el portugués más de lo que creía, inclina un poco la balanza.
Un poco.
Mañana más.
[Canción recomendada: Ana Belén "Peces de ciudad"]
8 comentarios:
Pues yo me estaba planteando seriamente lo de volver y me acaba de echar un pedazo caldero de agua fría...
Y yo volveré. Me tengo que quitar este mal sabor de boca. Ha sido un desencuentro más que otra cosa.
Es consustancial a la naturaleza humana crearnos expectativas respecto de las ciudades, las personas, las cosas...
Nunca volveremos a tener 20 años ni a ver Lisboa (en tu caso) como hace 3, ni seremos las mismas personas y, por ello, podemos desilusionarnos y caer en la melancolía, pero en realidad lo que debemos hacer es intentar mirar con ojos vírgenes aquello que vimos una vez.
Ejemplo: tenía miedo de irme a Toledo con Mr. Osako, puesto que hizo allí un viaje con su ex y rompieron definitivamente en dicha ciudad. Menos mal que fuimos finalmente, porque fue un gran viaje.
Fue un cúmulo de tonterías, que cuando las leáis lo mismo hasta me mandáis a los Miami para que me den una paliza; pero me pilló con las defensas bajas.
Lo que te ha pasado a ti con Lisboa podría pasarme a mí con el sur estadounidense -de Nueva Orleans a Pensacola-, pero como yo para ciertas cosas soy un aventurado, sí que pienso volver.
El temor a la posible decepción es menor a la curiosidad y a las ganas de ver qué coche aparca a las puertas de mi excasa o si mi sex-shop favorito de la zona -un sitio que merece un post- sigue abierto.
Vaya si volveré.
Cuando he empezado a leer el post he pensado en la misma canción... esa frase la tengo marcada desde que empecé a volver a Melilla después de irme a Málaga... una de las cosas que yo creo que son más problemáticas en estos casos es que como se pasó bien, uno quiere repetir cosas que le gustaron entonces, sin pensar que uno cambia e igual eso que entonces te gustaba ahora es algo que no te gusta, pero nno haces ese análisis, no piensas en qué causó la sensación, si no en ella misma.
Yo hece tiempo que prefiero no repetir las cosas en las ciudades en las que estuve... ni siquiera somos los mismo de ayer, menos aún los de hace unos años.
Para las expectativas que dependen de personas siempre es mejor esperarse lo peor.
*hm: Más miedo me daba ir a Cieza, a donde había vivido de pequeño, al ver las casas semiderruídas y sobreviví. No sé, lo mismo no iba con cuerpo para inconvenientes.
*El Sombrerero Loco: De esas, de expectativas de personas, ando curado de espanto y ya no espero nada de nadie.
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